viernes, 2 de octubre de 2009

MOTIVOS PARA MOTIVAR

En el presente ensayo se pretende establecer una relación entre el concepto de motivación, como proceso psicológico superior que incide en distintas esferas humanas, y el escenario educativo escolar; dando relevancia al rol y las posibilidades que el docente tiene desde la motivación para favorecer el aprendizaje de los alumnos. Debe entenderse la motivación como proceso mediante el cual se inicia, se sostiene y se direcciona una conducta para alcanzar un una meta o un incentivo que satisface una necesidad, importante para el individuo en ese momento o para su realización personal.
Se parte de hacer una revisión al concepto de motivación como proceso psicológico superior a partir de los planteamientos de la perspectiva histórica dialéctica desarrollada por Vigotsky[1], el cual hace un aporte inicial al desarrollo del concepto de motivación de manera indirecta, sin embargo resulta de gran importancia y relevancia, esencialmente cuando vincula la noción de motivación con el planteamiento de la internalización, la cual es retomada más adelante por diferentes autores como Bruner[2], y Ausubel[3], quienes desarrollan el concepto de los procesos cognitivos, relacionando directamente la motivación con el aprendizaje en el aula. Allí el docente juega un papel fundamental en el desarrollo de procesos que son resultado de la motivación como lo es el aprendizaje significativo, resaltando que el rol adecuado no es el de un animador, sino el de un sujeto que ayuda a los alumnos a ponerse metas reales y a evaluarla periódicamente.
Posteriormente se plantea el proceso paralelo que despliega un docente, donde para jugar el papel de motivador debe desarrollar una motivación propia que garantice la perseverancia en la tarea asignada, es decir que el docente como motivador cuente permanentemente con una motivación propia que le permita afrontar eventos que le puedan desmotivar. Este proceso corresponde a los diferentes niveles de motivación intrínseca adoptados por cada sujeto, representados en el desarrollo de su proyecto de vida.
La psicología en su estudio de procesos tales como lenguaje, percepción, memoria, pensamiento, atención, y motivación concibe al hombre como un procesador activo de los estímulos. Es este procesamiento, y no los estímulos en forma directa es lo que determina u origina el comportamiento.
A lo largo de la historia la motivación venía siendo estudiada por desde la fisiología, la biología y la filosofía, con representantes tan importantes como Descartes, Hipócrates y Platón[4], quienes desarrollaron el concepto a partir de una concepción de necesidades fisiológicas y biológicas como explicación del origen de las conductas motivadas.
En la década de los 30, Vigotsky[5], como precursor de la teoría de los procesos cognitivos superiores al plantear la teoría sociohistórica y de la motivación en el aula aporta de manera importante al desarrollo del concepto de motivación de manera indirecta con el planteamiento de la transición interpsicológica a la intrapsicológica denominándola internalización, delimitando la zona de desarrollo próximo, en la cual sostiene se da la enseñanza efectiva, y que fuera de ella solo se produce aburrimiento y frustración.
Posteriormente al desarrollarse las teorías de los procesos psicológicos superiores como la de Jean Piaget, citado por Ricardo Arturo Osorio Rojas[6], quien sostiene que “los niños construyen activamente su mundo al interactuar con él”. Resaltando la estrecha vinculación entre la dimensión estructural y afectiva de la conducta, sosteniendo que no existe cognición sin una motivación, y por ende, no hay motivación que no esté conectada con un nivel estructural, es decir, a un nivel cognitivo.
Haciendo énfasis de esta manera en el rol de la acción, en el proceso de aprendizaje, la teoría del desarrollo cognitivo de Jean Piaget divide el desarrollo cognitivo en etapas que se caracterizan por la posesión de estructuras lógicas cualitativamente diferentes, que muestran ciertas capacidades e imponen determinadas restricciones a los niños. Con todo, la propuesta de Piaget del desarrollo cognitivo en términos de estructuras lógicas progresivamente más complejas ha recibido múltiples críticas por parte de otros teóricos cognitivos, en especial de los teóricos provenientes de la corriente de procesamiento de la información.
Los teóricos del procesamiento de la información critican la teoría del desarrollo de Piaget, planteando que las etapas se diferencian no cualitativamente, sino por capacidades crecientes de procesamiento y memoria. Bruner[7], sostiene que diferentes modos de procesar y representar la información son enfatizados durante diferentes períodos de la vida del niño. Él plantea que, durante los primeros años, la función importante es la manipulación física: “saber es principalmente saber cómo hacer, y hay una mínima reflexión” Durante el segundo período que alcanza un punto más alto entre los 5 y 7 años, el énfasis se desvía hacia la reflexión y el individuo, se hace más capaz de representar aspectos internos del ambiente la cual es denominada motivación intrínseca. Durante el tercer período, que coincide en general con la adolescencia, el pensamiento se hace cada vez más abstracto y dependiente del lenguaje. El individuo adquiere una habilidad para tratar tanto con proposiciones como con objetos o la llamada motivación extrínseca.

En este sentido, para Jerome Bruner, el desarrollo intelectual se caracteriza por una creciente independencia de los estímulos externos; una creciente capacidad para comunicarse con otros y con el mundo mediante herramientas simbólicas y por una creciente capacidad para atender a varios estímulos internos y externos al mismo tiempo y para atender a exigencias múltiples que motivan la conducta.
A diferencia de lo anterior, David Ausubel propuso el término “Aprendizaje significativo” buscando aclarar el proceso a través del cual la información nueva se relaciona con un aspecto relevante de la estructura del conocimiento de cada persona.
Para Ausubel[8], aprender es sinónimo de comprender e implica una visión del aprendizaje basada en los procesos internos del cognoscente y no solo en sus estímulos externos o motivantes externos. Es por esto que, con el ánimo de promover la asimilación de los saberes, el profesor debe utilizar organizadores previos que beneficien la creación de relaciones adecuadas entre los saberes previos y los nuevos. Los organizadores tienen la finalidad de facilitar el aprendizaje receptivo significativo.
En síntesis, la teoría del aprendizaje significativo propone poner el proceso de construcción de significados como elemento principal de la enseñanza, donde deben darse unas condiciones para que se inicie y desarrollo el aprendizaje significativo en un sujeto, entre estas se encuentran:
1. Significatividad lógica: se refiere a la estructura interna del contenido.
2. Significatividad psicológica: se refiere a que puedan establecerse relaciones no arbitrarias entre los conocimientos previos y los nuevos.
3. Motivación: Debe existir además una disposición subjetiva para el aprendizaje en el estudiante. Existen tres tipos de necesidades: poder, afiliación y logro. La intensidad de cada una de ellas, varía de acuerdo a las personas y genera diversos estados motivacionales que deben ser tenidos en cuenta.
Como se puede evidenciar, los aportes contemplados anteriormente describen las características de los sujetos, en distintos períodos del desarrollo cognitivo, ya sea en términos de estructuras lógicas o bien de capacidades para procesar la información. Estos puntos de vista postulan una relación entre el aprendizaje y la motivación, como parte del desarrollo de los procesos cognitivos de un sujeto en sus diferentes etapas de evolución, guiadas por diferentes actores como los son los padres, los pares generacionales y los docentes, entre otros.
Los docentes, por estar relacionados directamente con la educación formal la cual requiere la inclusión y uso permanente de la motivación como proceso indispensable para un adecuado desarrollo del aprendizaje, se realiza un análisis que busca comprender de esa llamada “fuerza[9]” que les lleva a invitar y guiar a otros sujetos dentro del mundo del conocimiento.
La fuerza de la motivación es dinámica y cuenta con una interacción permanente intra e intersujetos, logrando su objetivo en la saciedad de las necesidades generadas en el diario vivir o en el alcance de metas planteadas, sin olvidar el papel tan importante que juega el proceso intrapsiquico o de motivación intrínseca.
El interés especial que tiene la educación formal de motivar los educandos para que aprendan y aprehendan como vivir la vida, se encomienda a los docentes, quienes juegan el rol de motivadores permanentes que guían el afianzamiento del conocimiento académico y la construcción del proyecto de vida de cada cognoscente. Esta tarea se ha convertido en una lucha constante de fuerzas que a su vez le ha transformado en una verdadera batalla por la individualidad y verdadera realización de cada ser. En esta lucha se encuentran las diferentes dificultades que se han generado partir de la globalización y la venta de espacios alternativos - no siempre enriquecedores- que ofrecen los medios informáticos y de telecomunicaciones, que día a día cuentan con una gran cantidad de adeptos que se han visto motivados por las diferentes modas impuestas y propuestas en esta creciente cultura. Cabe aclarar que no se quieren plantear como polos opuestos, sino como dos formas diferentes de motivar.
El docente en el ejercicio de su profesión debe recurrir a los diferentes métodos pedagógicos para facilitar el aprendizaje de sus cognoscentes y poder ser incluido como elemento motivador, estos métodos se desarrollan a partir del desarrollo de la motivación extrínseca bien planeada y dirigida, representada en el método pedagógico elegido, con el fin de que sea asimilada como una opción de crecimiento a partir de la orientación de las metas propuestas por los alumnos y no una imposición que lleve a dificultar una comunicación adecuada que dificulte el intercambio de motivantes.
Actualmente, incluso sin saberlo, la motivación extrínseca se ha convertido en un verdadero reto para la educación, pues es labor de los pedagogos guiar a los educandos por el camino del conocimiento, y para lograrlo deben recurrir a verdaderas estrategias de motivación para poderse incluir en el mundo de cada sujeto.
Por ejemplo, Ausubel citado por Andrea Dapía[10]. Argumenta que: “Mucho se habla de la motivación en el aprendizaje. Para algunos el aprendizaje no es posible sin motivación, para otros, no es una variable importante dentro del aprendizaje. Cuando hablamos de aprendizaje significativo, éste puede ocurrir sin motivación, lo cual no implica negar el hecho de que la motivación puede facilitar el aprendizaje siempre y cuando esté presente y sea operante” sin querer restar función y efectividad a la motivación extrínseca, aquí se busca resaltar el deseo de adquirir conocimiento desde sí mismo, dando como origen a uno de los fines más relevantes de la motivación como lo es el aprendizaje significativo. El cual surge a partir de la motivación intrínseca representada en la curiosidad, la exploración deseo de manipulación entre otros, convirtiéndose la motivación en causa y efecto de la cognición.
Aunque el docente debe lograr que sus cognoscentes se fijen metas realistas y propuestas por ellos mismos, acordes a sus posibilidades. Según Rodríguez Moneo, M. y Huertas, J.A citado por Andrea Dapía[11] “el elemento del proceso motivacional que da contenido a la motivación es la meta, la cual puede considerarse como la representación mental del objetivo que el sujeto se propone alcanzar (aprender matemáticas, realizar un viaje, entre otros). Esto a su vez puede aplicarse a los docentes quienes tiene como meta, como objetivo principal, desarrollar su proyecto de vida, a partir de una serie de metas u objetivos propuestos a partir de su motivación intrínseca, la cual ha sido influenciada y puede ser medida, por medio de la comprensión del la experiencia previa, de su desarrollo de historia de vida o antecedentes conocidos, como se llamaran para efectos técnicos.

Los docentes a pesar de contar con una serie de elementos pedagógicos establecidos, flexibles y que permiten innovar, como herramientas para motivar a sus cognoscentes y hacer sus contenidos lo más atractivos posibles, no puede olvidar que el rol fundamental lo juega el alumnos a partir de sus necesidades, cogniciones y emociones propias permitiéndole al docente guiar a sus alumnos para que se logren su realización personal y ayudarles a evaluar periódicamente sus logros.
Pero es el docente quien se encuentra con la encrucijada de asumir o no el riesgo de fracasar o triunfar en la labor de motivador de sus alumnos. Al no lograr dicha meta con alguno de sus alumnos puede hacer que cese la motivación del docente (la de continuar con su profesión), esto se convertiría en “situación desmotivante”, término que resulta paradójico, pues con una óptica diferente, un percance de estos puede convertirse en un motivo, una razón para continuar, un empujón a perseverar, esto depende en gran medida del estado en que se encuentren siete aspectos esenciales de la conducta[12], como lo son: Esfuerzo, Latencia, Persistencia, Elección, Probabilidad de la respuesta, Expresiones faciales y Expresiones corporales. Cada una de estas permite evaluar el desarrollo y evolución de las metas susceptibles de dicha motivación.
Claro que como se mencionó anteriormente, la motivación no se presenta de manera individual, son fuerzas constantes que solo cesan con la satisfacción o la culminación de una meta, y se originan en el sujeto o se reciben de otros, convirtiéndose en una verdadera fuente de motivación constante para un proyecto de vida. Es aquí donde el docente encuentra la posibilidad de motivarse en diferentes niveles:
Por sus motivos intrínsecos primarios: todo ser necesita satisfacer su hambre, sed, sexo, exploración, la expresión de las diferentes emociones, entre otros.
Los motivos intrínsecos secundarios: metas de logro, afiliación, poder, conducta de ayuda, entre otros.
Y la motivación extrínseca que se divide en primaria, haciendo referencia a las emociones sociales (vergüenza, culpa, orgullo, entre otros) y secundaria que corresponde a los celos, enamoramiento, envidia, empatía, entre otros.
Todas estas formas de motivación se convierten en fuentes para le docente, que encuentra en los alumnos un motivo constante para seguir adelante con la labor de educar y por medio de ella alcanzar la meta de realizarse como ser integral, pues el reto, el orgullo son motivaciones originadas en los cognoscentes, pero no es solo esta, también se pueden evidenciar las metas de logro, la filiación y el poder como motivadoras del proyecto de vida de un motivador por excelencia, el docente.
En síntesis, la motivación como proceso cognitivo superior tiene un espacio fundamental en la educación, especialmente en la educación formal, donde el docente juega un papel de dinamizador de este proceso, llamado motivación extrínseca secundaria que permite fortalecer y hacer más persistentes las conductas motivadas, las cuales buscan alcanzar una meta especifica, que hace parte de un proyecto de vida. No se debe olvidar que el docente a su vez que se encuentra inmerso en un proceso de motivación, caracterizado por una dinámica interna de una serie de fuerzas motivadoras que a su vez se nutren de fuerzas extrínsecas que muchas veces provienen de sus propios alumnos y sumado a la saciedad de las motivaciones básicas (hambre, sed, sueño, entre otras) co-ayudan a la realización del docente como ser. Pues no es posible concebir una sola motivación al tiempo en un sujeto, de hecho todo el tiempo se es presa de diferentes fuentes de motivación de manera permanente, las cuales solo cesan en la saciedad y/o el logro de las metas propuestas.